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¿Es la neurociencia tan prometedora para la enseñanza como suena?

Es difícil no caer seducidos por todos los descubrimientos que los neurocientíficos vienen mostrándonos acerca del funcionamiento del cerebro, los cuales, además, aportan estrategias que favorecen el aprendizaje.

Hace poco tiempo, se publicó que la proteína otx2 es responsable del aprendizaje, la cual, curiosamente no se produce en el cerebro sino en la retina del ojo. ¿Cómo es que esta información nos sirve a nosotros los docentes? ¿Cómo una proteína puede favorecer el aprendizaje? ¿Qué significado puede tener que sea producida por la retina del ojo?

Hace algún tiempo se comprobó que frente a diferentes estímulos, las neuronas establecen nuevas conexiones y fortalecen otras. A esta capacidad se conoce como plasticidad cerebral. Los estímulos y sustancias como las neurotrofinas u otras proteínas, son responsables de estos cambios.

Un cerebro que posee una gran plasticidad tendrá un gran potencial para el aprendizaje. La formación de las nuevas conexiones depende de la región del cerebro que procesa los impulsos nerviosos, cuyos estímulos son procesados por las neuronas usando los neurotransmisores. Estos son sustancias químicas liberadas selectivamente y en cantidades específicas en la sinapsis, por ejemplo la acetilcolina, la norepinefrina, la dopamina, la serotonina y la endorfina,entre otras.

La plasticidad del cerebro permite que la parte genética con la que nacemos sea complementada y compensada por las experiencias dadas por el entorno. La mencionada proteína otx2 es producida por la retina y activa la plasticidad neuronal de regiones determinadas del cerebro para establecer nuevas conexiones que favorezcan el aprendizaje. Esto nos plantea dos reflexiones. La primera es que la plasticidad no dependería del cerebro sino de los sentidos, lo cual explicaría que la mayor participación de estos produciría un mejor aprendizaje. Segundo, esto nos da una justificación a los docentes para insistir en desarrollar una variedad de estrategias de enseñanza que comprometan una mayor intervención de todos los sentidos.

Por otro lado, el ejercicio y la actividad manual favorecen la plasticidad cerebral y el área motora sensorial; en cambio, el estrés genera niveles altos de cortisol, cuyo efecto es contrario al del ejercicio, dando rigidez a las conexiones y reduciendo la memoria.

Todos sabemos la importancia de la motivación en los procesos de aprendizaje, pero ¿conocemos la región del cerebro responsable de esta actividad? Es la zona límbica, ubicada en la región media del cerebro, la cual contiene dos estructuras importantes: la amígdala y el hipocampo.

La amígdala es la que responde con la emotividad ante cualquier estímulo e informa y determina lo gratificante o desagradable del evento experimentado. Esta zona, al recibir el estímulo, libera grandes cantidades de dopamina, neurotransmisor asociado al placer, que facilita el siguiente paso en el aprendizaje y activa la región de la memoria del hipocampo. Cuanto más placentero sea el estímulo, mayor será la liberación del neurotransmisor y se incrementará la formación de nuevas conexiones. El hipocampo participa en la formación de la memoria de corto plazo y la organización de la información, y facilita la recuperación de experiencias anteriores.

Otra región interesante es la corteza prefrontal, cuya maduración,como sabemos, no termina sino hasta cuando se alcanzan los 19 o 20 años. Esta región controla la producción de dopamina, reduciendo así la emotividad activada, lo cual permite la reflexión y mide las consecuencias de los actos. El conocimiento de este hecho nos hace mirar a los adolescentes de otra manera al momento de trabajar con ellos. Sabemos que, al no tener la corteza prefrontal totalmente desarrollada, responderán con una gran impulsividad frente a un estímulo1.

En la zona media de la corteza frontal, existen neuronas que detectan el error y responden a este. Dicha zona tendría que ver con la capacidad de detectar un error cuando hay una disminución en los niveles de dopamina. Esta, como vimos, es un neurotransmisor producido por neuronas específicas y es responsable del control de los movimientos, la respuesta emocional y la capacidad de sentir dolor o placer.

También se sabe que al estar presente en las respuestas de aprendizaje, se la viene empleando en el tratamiento de las personas con TDAH (déficit de atención e hiperactividad).

Otro aspecto sobre el funcionamiento del cerebro es el que se refiere a la importancia del sueño. Se sabe que hace falta dormir para que el cerebro trabaje en el análisis de las experiencias vividas durante el día. Los científicos han observado que cuando alguien realiza una actividad como aprender una secuencia de movimientos para tocar el piano, luego de descansar toca la pieza más rápida y fluidamente.

Es en la etapa del sueño donde se fortalece la memoria en la solución de problemas y procesos de información que se ha recibido durante el día. El dormir permite que la región del hipocampo, responsable de la memoria, recupere los detalles irrelevantes de las experiencias vividas. ¿Cómo no dejarse fascinar por la información que venimos recibiendo de la neurociencia y que nos abre una serie de puertas para mejorar nuestras estrategias de enseñanza y lograr mejores aprendizajes?

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