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Nos cuenta la neurociencia: ¡La adolescencia es una etapa increíble!

¿Por qué los adolescentes asumen riesgos? ¿Por qué prefieren a los amigos que a la familia? Para muchos la etapa adolescente resulta un problema. Se molestan cuando les decimos en qué deberían interesarse o cuestionamos sus creencias o sus amistades. Pero sabemos que los adolescentes son capaces de identificar sus faltas, son muy críticos de lo que consideran una injusticia y valoran más las recompensas que las consecuencias.

Un primer aspecto para entender al adolescente es conocer lo que la ciencia nos aporta al desarrollo del cerebro.  Hoy sabemos que el cerebro no está totalmente desarrollado al nacimiento y tarda en madurar mucho más de lo que creímos. Entre los 12 y 25 años nuestro cerebro sufre una reorganización, donde las regiones de poco uso se debilitan y las de mayor uso se fortalecen; termina un proceso conocido como la mielinización, que permite que un impulso nervioso viaje a una velocidad 100 veces mayor; y se incrementan las conexiones entre neuronas. También se produce el engrosamiento del cuerpo calloso, estructura que conecta ambos hemisferios favoreciendo y acelerando el intercambio de información.  El hipocampo crece, con lo cual mejora la memoria. Se fortalecen las conexiones con el área frontal encargada de establecer metas, juicios de valor y comparar planes. Se aceleran los procesos que permiten evaluar mejor las variables, los planes y los riesgos. Todo este proceso descrito es lo que conocemos como maduración, que al alcanzarlo nos permite equilibrar mejor nuestros impulsos, deseos, metas e intereses personales con las reglas y la ética.

Para entender al adolescente, no debemos fijarnos en las conductas concretas y a veces alarmantes, sino en los rasgos que subyacen a dichos actos.  Ellos enfrentan riesgos todos los días y cuyas consecuencias muchas veces son menores de las esperadas. Hay riesgos que nos angustian como son el alcohol, las drogas y los accidentes, pero debemos saber que los adolescentes y los adultos resolvemos los problemas razonando de la misma manera. Piensan igual que los adultos en términos de reconocer los riesgos, pero responden de manera diferente a la recompensa, es decir, los adolescentes entienden los riesgos, pero acarrean  estas conductas porque tienden a darle más peso a la emoción que le genera. Donde, además, el  grupo de edad,  hace que un adolescente tome el doble de riesgo, que si lo hiciera solo.


Pero, ¿Cómo debemos entender esta actitud de riesgo? Según los especialistas esta actitud de riesgo es una característica que le da al cerebro adolescente la mayor capacidad de adaptación a los cambios del entorno, permitiendo hacer las cosas que como adulto no se harían o alcanzar metas que en otro momento de la vida las consideramos inalcanzables. Esto se debe a que su cerebro está más sensible a un neurotransmisor llamado dopamina que es responsable de recompensarlo, además este mismo neurotransmisor lo prepara para la actividad del aprendizaje y favorece el aprendizaje de patrones y la toma de decisiones.


Por otro lado, para un adolescente el grupo social se vuelve más importante que la familia,  ya que para él el mundo familiar está moldeado por sus padres de una realidad que no ha vivido, mientras que considera que el mundo de sus pares, es el que le tocará vivir y convivir. Por esta razón en esta etapa la integración o la pertenencia a un grupo es un factor importante para su desarrollo personal.


Por lo tanto, el cerebro adolescente derrocha entusiasmo, busca la novedad, está ávido de aprendizajes, dispuesto a correr riesgos y busca la pertenencia. Está claro que la etapa adolescente es un momento de alta sensibilidad personal y social que nos ofrece una oportunidad única de lograr hombres y mujeres para los demás y dispuestos a conquistar sus metas personales.

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