¿Realmente los ejercicios físicos ayudan al aprendizaje? Las investigaciones han demostrado que el ejercicio interviene en varios factores vinculados a la fisiología del cerebro y que están relacionados directamente con el aprendizaje, como: aporta una buena plasticidad neuronal y estimula la neurogénesis (nacimiento y desarrollo de células nerviosas) al favorecer la presencia de factores neurotróficos; contribuye con la formación y el aumento de nuevas sinapsis al incrementar la potenciación de largo plazo (LTP); y mejora la performance de las células gliales (células que apoyan la transmisión sináptica aportando la mielina).
Es interesante anotar que, la neurogénesis que surge como resultado del ejercicio no se distribuye equitativamente en todo el cerebro sino que se da en zonas específicas, una de ellas vinculada al hipocampo. Investigaciones realizadas en ratones que han sido ejercitados muestran un crecimiento de células nerviosas nuevas de 2,5 veces más que en ratones sedentarios, siendo una de las zonas más favorecidas en el número de neuronas la sub-zona del hipocampo llamada circunvolución dentada. El hipocampo, como se sabe, está involucrado con la formación de la memoria, incluyendo el conocimiento espacial-localización de objetos en el ambiente, el recuerdo consciente de los hechos, episodios y eventos únicos. Los estudios, además del incremento celular, han mostrado un aumento de la potenciación a largo plazo (LTP), mecanismo que está vinculado con la formación de nuevas conexiones entre dos neuronas en un proceso de formación de sinapsis o sinaptogénesis.
La actividad física muestra que estimula la activación de los mecanismos que inducen la expresión génica de los factores neurotróficos, los cuales como mencionamos son necesarios para que se dé la plasticidad neuronal que favorece el aprendizaje.
Por lo tanto, toda la información aporta evidencias que la actividad física mejora el funcionamiento del cerebro relacionado con el aprendizaje y la memoria. Las evidencias de los beneficios de los ejercicios en el cerebro se han ido incrementando con los estudios en animales, epidemiología humana y pruebas clínicas. Confirmando observaciones hechas sobre la cognición ejecutiva en tareas como el planeamiento, razonamiento, respuesta a situaciones nuevas y reducción del impacto al estrés. También, existen evidencias que los ejercicios protegen contra desórdenes neurológicos como el Alzheimer, Parkinson, infarto cerebral y daños a la médula.
Es interesante anotar que, la neurogénesis que surge como resultado del ejercicio no se distribuye equitativamente en todo el cerebro sino que se da en zonas específicas, una de ellas vinculada al hipocampo. Investigaciones realizadas en ratones que han sido ejercitados muestran un crecimiento de células nerviosas nuevas de 2,5 veces más que en ratones sedentarios, siendo una de las zonas más favorecidas en el número de neuronas la sub-zona del hipocampo llamada circunvolución dentada. El hipocampo, como se sabe, está involucrado con la formación de la memoria, incluyendo el conocimiento espacial-localización de objetos en el ambiente, el recuerdo consciente de los hechos, episodios y eventos únicos. Los estudios, además del incremento celular, han mostrado un aumento de la potenciación a largo plazo (LTP), mecanismo que está vinculado con la formación de nuevas conexiones entre dos neuronas en un proceso de formación de sinapsis o sinaptogénesis.
La actividad física muestra que estimula la activación de los mecanismos que inducen la expresión génica de los factores neurotróficos, los cuales como mencionamos son necesarios para que se dé la plasticidad neuronal que favorece el aprendizaje.
Por lo tanto, toda la información aporta evidencias que la actividad física mejora el funcionamiento del cerebro relacionado con el aprendizaje y la memoria. Las evidencias de los beneficios de los ejercicios en el cerebro se han ido incrementando con los estudios en animales, epidemiología humana y pruebas clínicas. Confirmando observaciones hechas sobre la cognición ejecutiva en tareas como el planeamiento, razonamiento, respuesta a situaciones nuevas y reducción del impacto al estrés. También, existen evidencias que los ejercicios protegen contra desórdenes neurológicos como el Alzheimer, Parkinson, infarto cerebral y daños a la médula.
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