¿Por qué aprender puede resultar más difícil a unos que a otros? ¿Cómo apoyar a los estudiantes en la post-pandemia?
Cuando vemos este tipo de preguntas y hablamos de Aprendizaje, lo primero que nos viene a la mente es, sin duda, todo lo referente a lo conceptual… y pensamos en todas las estrategias que conocemos para aprender, sumado a todas las leyes, normas y reglamentos que han emitido las organizaciones educativas y el Ministerio de Educación para mejorar los caminos hacia el éxito académico. Pero, cuando revisamos los resultados, estos parecen no reflejar los logros deseados.
Con la pandemia, se han encendido las alarmas por la brecha en los logros de aprendizaje mostrados el 2021. Hoy 2022, las escuelas quieren recuperar ese camino perdido. ¿Pero, a qué camino debemos orientar nuestra mirada?
Tal vez, el más importante y en el que menos énfasis se ha puesto es aquel donde se fomente el pensamiento flexible y eficiente junto con otros factores que promueven las competencias socio-emocionales necesarias.
Hemos podido observar que el desarrollo socioemocional no ocupa un porcentaje importante del quehacer educativo en los colegios. Queremos que sean buenos en matemáticas y en lectura, pero mucho de su éxito está en la confianza y seguridad en sí mismos. Queremos que aprendan a aprender, pero no propiciamos actividades que promuevan la autonomía y la autorregulación.
Entonces, ¿qué debemos propiciar?...
Un entorno donde se invierta la pirámide del tiempo en el aula, colocando la experiencia emocional y social del estudiante en la base, ajustando a lo necesario e imprescindible la cantidad de contenidos para ser trabajados a profundidad y facilitando los espacios de trabajo colaborativo, que respeten sus valores, motivaciones y creencias asociadas al aprendizaje. Así ayudaremos a construir su identidad académica y socio emocional (All4Ed, 2019).
Promover una buena mentalidad de crecimiento buscando que el estudiante se sienta capaz de creer y confiar en que puede desarrollar y reforzar sus habilidades, conocimientos y destrezas. Esta mentalidad de crecimiento es contraria a la mentalidad rígida, donde se piensa que las habilidades ya están fijas y el alumno se vuelve reacio a esforzarse por aprender (Dweck, 2007). Sabemos que los cambios fisiológicos del desarrollo y la interacción con el entorno afectan la motivación y la mentalidad del alumno. Esta última, referida al conjunto de actitudes que emplea para interpretar situaciones del entorno, así mismo para aproximarse a la educación y al aprendizaje.
Cerrar brechas, pero enfocados en pensar en fortalecer las funciones ejecutivas, conjunto de habilidades que el cerebro necesita para resolver problemas significativos y tomar decisiones adecuadas de forma flexible, que son la base del logro de un aprendizaje eficiente y la autorregulación.
Las investigaciones en neurociencia y la psicología cognitiva demuestran que las funciones ejecutivas potencian y flexibilizan la capacidad de aprender en poco tiempo y que conlleva a alcanzar un aspecto importante del comportamiento, la autorregulación (Blair, 2017).
Priorizar y fortalecer el acompañamiento socio emocional de los estudiantes, desarrollar su mentalidad de crecimiento y potenciar sus funciones ejecutivas, componentes educativos que beneficiarán dramáticamente en el corto plazo su desempeño académico, su desarrollo socioemocional y la motivación por el aprendizaje.
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